En un ambiente de hartazgo, inconformidad y en el mejor de los casos de indiferencia, este lunes arrancaron las campañas para el Constituyente de la CDMX. Los partidos tradicionales y 8 ciudadanos “independientes” buscan que los habitantes de la Ciudad de México apoyen su causa con el voto.
¿Por qué este rancio ambiente, si se trata de una norma jurídica de tanta importancia? ¿Qué es lo que hace que una campaña electoral llame la atención de los ciudadanos? ¿Cómo puede generar este proceso la atención de los distintos sectores de la sociedad para involucrarse y hacerlo suyo? Todas estas preguntas implican interpretar en primer lugar la realidad actual, los humores, aspiraciones, alegrías, esperanzas, enojos y tristeza –entre otros- que invaden a los vecinos de las 16 delegaciones.
De manera simple y sencilla el proceso del Constituyente debe implicar un cambio profundo en la forma de gobierno en el Distrito Federal que se encuentra invadida por una corrupción rampante, falta de pesos y contrapesos institucionales para detener los excesos de las distintas autoridades en todos los niveles, e involucramiento serio de varios sectores de la sociedad que cada vez se les escuchan menos.
Al arrancar las campañas leemos propuestas del PAN en voz de Santiago Creel de regular marchas y denunciar uso electoral de programas sociales, de Raúl Flores del PRD para “sacarse el pequeño priista”, de Morena de incluir la revocación del mandato, del PRI de apuntar contra el clientelismo electoral, entre otros. Si esa es la propuesta y visión de dichos partidos sobre la Ciudad de México, es fácil entender porque a los vecinos no les interesa.
No existe en ninguno de ellos una visión, propuesta básica o estrategia medianamente estructurada sobre la ciudad a un plazo de 30, 40 o 50 años. Ni que decir sobre lo que debe incluirse y lo que no en una Constitución Local, ya sea a través del desarrollo de una teoría constitucional que tanta falta hace en nuestro país, o de centrar la discusión en normas que desarrollen un modelo de ciudad.
Los partidos e “independientes” no tienen claridad sobre el proceso mismo, ni lo que debe situarse en la agenda política pública para que el ciudadano decida por quién votar y por qué votar. Por ello es entendible que ninguno de ellos haya presentado siquiera una propuesta de Constitución en la que exponga su visión de la ciudad de manera completa, organizada, sistematizada y diseñada para atender la estructura, forma de gobierno, contenido, límites y sanciones de la capital de la República.
¿Para que iniciamos la discusión sobre los limites territoriales, número de delegaciones, órganos autónomos, equidad de género, pueblos originarios, desarrollo urbano, medio ambiente? Ni siquiera han sabido presentar el tema y vuelven a los mismos problemas de siempre, la competencia entre políticos y los problemas entre ellos, acusaciones, campañas negras, ocurrencias del día, declaraciones en prensa que nada tienen que ver con los verdaderos problemas que sufren día con día los capitalinos.
Arrancan campañas y sólo puedo pensar en una frase tan usada de Jesús Reyes Heroles: “Primero el proyecto, luego el candidato”.